Exorcismo Final, mi primer libro
de cuentos eróticos, me ha abierto un camino lleno de sorpresas y
descubrimientos diarios. Incursionar en la literatura erótica como escritora me
ha traído más inquietudes, conflictos, cuestionamientos e ideas, (más allá de
la pasividad de lectora de literatura erótica que regularmente fui) que
alegrías y éxitos. Y no es porque Exorcismo Final no me haya traído alegrías y éxitos,
que gracias al Universo si los ha traído, es porque no sabía que este camino,
apasionante pero cuesta arriba, me arrojaría de una patada a un mundo lleno de
prejuicios, mojigatería y censura. Y explico, cuando me refiero a prejuicios,
mojigatería y censura no solo hablo de la social, esa que sufrimos diariamente
en nuestras sociedades “a lo macho” donde a pesar que tenemos mujeres astronautas,
presidentes de gobierno y empresarias exitosas que fácilmente además, son
madres y esposas, seguimos sufriendo hombres que insisten en supremacías machistas
en todos los ámbitos: domésticos, políticos, económicos, sociales, religiosos...
Sigo explicando, soy feminista,
pero no me considero una feminista militante ni extrema, de esas que anhelan un
mundo de mujeres. De hecho no me gustan las supremacías de algún tipo. Si insisten
en una etiqueta, me considero una feminista progresista porque tengo conciencia
que habito un Universo mayormente de opuestos-complementarios donde todos
funcionamos, aunque no lo creamos, en un ensamblaje perfecto como un inmenso puzle,
y a buen entendedor, con pocas definiciones bastan. Abogo, y ya sé que puedo
ser excesivamente soñadora, por una sociedad donde el hombre y la mujer
cohabiten en armonía, cada uno en el mismo sitio, a la misma altura sin
diferencias más allá que las fisiológicas. Y cuando hablo de hombre y mujer,
hablo del género humano, así de simple.
Digo todo esto, un poco para
explicar que al publicar Exorcismo Final pensé que chocaría con el muro habitual
de prejuicios, mojigatería y censura moral-social que nos rodea en estas
sociedades nuestras que hemos construido a nuestra imagen y semejanza. Y para chocar
con este muro estaba preparada, porque en mis años de vida y con mi manera de
ser, he sido una mujer que constantemente ha chocado con muros de este tipo. Pero
para lo que no estaba preparada era para chocar con la misoginia o machismo
literario.
Debo admitir, que a pesar de mi
inteligencia, conocimiento o sabiduría mayor o menor que pueda presumir, o
poseer realmente, la ingenuidad con respecto a la misoginia o machismo
literario me muerde en todo momento desde que en octubre del 2014 publicara la
primera edición de Exorcismo Final, porque nunca, (y quiero subrayar y
enfatizar el NUNCA), pensé encontrarme una pared (tan alta y dura) de misoginia
o machismo literario entre los escritores (hombres) que conozco y desconozco.
Pensé que la corriente de escritoras eróticas que saltó a finales del siglo
pasado (siglo XX), y la otra que prevalece un poco más hacia acá (que no es de
mi gusto porque no me gusta la literatura erótica-romántica conocida como “porno
para mamás”) con Las sombras del Grey y todas las representantes de este subgénero,
habían traído cierta apertura y encantamiento, o hechizamiento, por lo erótico femenino
en la letras, pero siento decirles que no es así.
Descubrí que solo este llamado “porno
para mamás” bien comercializado y promocionado por grandes editoriales hacedoras
de billetes, es el “permitido” y aceptado abiertamente como literatura erótica
para los escritores (hombres), porque lo ven como un subgénero bien inferior
escrito por mujercitas para
mujercitas-mamás-aburridas-en-sus-matrimonios-y-vidas que les sirve de estímulo
a su “mediocre” vida de mujeres-con-poco-sexo. O sea, ellos lo ven como el rosadito
consolador que toda mujer debe tener en su gaveta de la mesita de noche, y como
lo ven como el “consolador”, pues lo aceptan. Los consoladores nunca podrán
competir con los penes, reales y duros, y ellos los escritores (hombres) son
los penes, reales y duros, de esta historia. Eso se creen.
Es impresionante como la
misoginia o machismo literario es práctica habitual entre los escritores
(hombres), e incluso, es mucho más impresionante para mí, como escritores
amigos y conocidos pueden ser brutalmente excluyentes y sectarios, unos muy
sutiles y otros más burdos, con la obra erótica de sus colegas mujeres. Y en el
colmo del frenesí impositivo del macho, o sea, en el colmo de presumir ser un
pene real y duro, muchos de estos escritores (machos) ven a la escritora
erótica como un atractivo objeto cerebro-sexual para satisfacer su curiosidad cerebro-sexual
de supremos machitos instruidos, “leídos y escribidos”. Si contara con nombre y
apellidos las proposiciones más escandalosas-obscenas-sucias que he escuchado
de personajes célebres cuando se enteran que escribo literatura erótica o leen
alguno de mis cuentos, muchos se escandalizarían y hasta me llamarían mentirosa
o difamadora, porque queridos todos, este camino me ha demostrado que generalmente
mientras más “culto” y “cultivado” es el macho escritor, más bajo puede ser en
su desprecio intelectual hacia la mujer que escribe literatura erótica.
Por suerte, y hago la acotación
antes que continúe vomitando mi furia, no todos entran en el saco ni les cuelga
la etiqueta, y existen, porque siempre digo que existen, escritores (hombres)
que le dan espacio, mérito y leen la obra erótica de sus colegas. La leen desde
el corazón, y critican y sugieren sin ánimos de ofender o minimizar el trabajo
nuestro, señalan errores, cuestionan y sobre todo, comparten y abren espacio
sin temor a ser desplazados, ni eliminados. Porque a veces pienso que muchos de
estos escritores machistas lo que tienen es miedo a ser desplazados u opacados.
Pero por suerte, repito, existen los otros, que aunque menos, a ellos me aferro
como una de las tantas tablas de salvación para seguir caminando con Exorcismo
Final, no solo con mis cuentos, sino con mis cuestionamientos, porque a los 10
meses de publicado el libro, ya llego a los sitios más a cuestionar y plantear,
que a leer.
Sabemos que la literatura erótica
desde sus inicios es y ha sido complicada, y digo complicada porque no me gusta
llamarla conflictiva. Y cualquiera que conozca un poco la historia de este género,
entenderá lo que hablo. Tiempos más oscuros o más iluminados, censuras duras o
suaves de religiones, gobiernos, lideres… abundaban y abundan, y no me refiero
a países del Tercer Mundo (para aquellos que buscan ubicar las “cosas” en
escalas), sino a muchos países democráticos y “civilizados” donde no se
permitieron obras específicas de la literatura erótica hasta mucho después de
los años 50 del siglo pasado (siglo XX). Todavía hay autores como Apollinaire,
Henry Miller, Anais Nin, Pauline Reage o John Cleland que son mal vistos por
editores y editoriales, que prefieren publicar una sombras de millonarios a lo “Brat
Pi” donde la Bella Durmiente despierta su sexualidad a base de pink lashes y pantis de seda tapándoles los
ojos, a una obra magnifica como Historia de O. Pero bueno, por ahí no van los
palos, los míos.
Mis palos van hacia la perreta de
escritora que todos los días arremete, cabezona al fin, contra ese muro de
misoginia o machismo literario que han fabricado muchos escritores (hombres) y
sustentado algunas editoriales, y que nos hace batallar, a las escritoras eróticas,
doble-triple... porque lo tenemos que sumar a los otros muros de prejuicios
morales-sociales de estas sociedades machistas-mojigatas-reprimidas que habitamos.
Por todo esto, se me ocurrió este
espacio, Desclosete, donde me propongo invitar a amigos, (hombres y mujeres) a que
escriban sus “perretas”, divagaciones, cuestionamientos, ideas, pensamientos… que
ayuden a derrumbar los muros nuestros de cada día que nos rodean y reprimen. Desclosete
pretende ayudar a derrumbar muros.
Y entre los tantos muros que
quiero derrumbar, (ya dije que puedo ser excesivamente soñadora) está el muro “de
sexo no se habla”. Quiero hablar de sexo y que todos hablen de sexo, pero no la
bobería mojigata de risita sonrojada de ¡ay sexo! No, hablemos de sexo como
seres sexuales que somos, como la única especie (humana) que se mantiene en
celo sexual continuo, que menstrua mensualmente, que tiene ciclos de
actividades hormonales que provocan cambios fisiológicos en todo nuestro
sistema reproductivo e inciden en nuestro carácter, y que además, es de las
pocas entre los animales que copula cara a cara en la siempre tan salvadora posición
del misionero, trayendo por tanto, fuertes y relevantes implicaciones emocionales
para nosotros. Así que queridos todos, si somos tan “especiales” sexualmente,
¿por qué no hablamos de sexo?
Y el otro muro que quiero
derrumbar, por lo menos intentarlo en este espacio, es el machismo de todo
tipo: social, político, económico, literario, artístico... que los machos
entiendan que ellos tienen penes reales y duros, pero nosotras tenemos clítoris
firmes y sensibles que abren caminos conjuntos de sensaciones insospechados;
vaginas fuertes y flexibles que acarician sus penes duros y reales, y sobre
todo, úteros inmensos donde ellos alguna vez habitaron desde su creación como cigoto.
Así que derrumbemos el machismo, porque somos opuestos-complementarios donde
todos funcionamos en un ensamblaje perfecto como un inmenso puzle.
Por esto, permitan que de la
misma manera que Exorcismo Final fue el exorcismo que comencé hace tres años
donde inicié un viaje a lo esencial, sacando lo superfluo e innecesario de mi
camino, y mostrándome como soy: una mujer orgullosa de su vida, su carácter, su
sexualidad, una mujer (y cito a la gran Pínkola Estés) que corre con los lobos,
hoy Exorcismo Final nos saque del closet con todos los temas que nos reprimen y
censuran. Así que en este nuevo blog hagamos el Exorcismo Final y empecemos a
hablar de los temas que sí se hablan, pero que no nos atrevemos a hablar públicamente
y en voz alta. Escriban y derrumben muros. Por lo menos, intentémoslo.
Les ofrezco Desclosete y ojalá
mañana sea una revista digital donde todos publiquen lo que piensen que nos
ayude a derrumbar muros.
Pueden enviarme sus escritos a caawincmiami@gmail.com para empezar a
caminar. ¿Se animan?
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